viernes, 24 de abril de 2020

La leyenda de los dragones




En esta época del año se celebra el día de la rosa y el libro, en mi ciudad es el día de Sant Jordi o Jorge, esa historia de caballeros y princesas en el cual un dragón debe morir para salvar a la princesa, pero esta no será la historia que contaré, esta se centrará en esos seres, los dragones y de cómo un joven llamado Jorge descubre la verdad detrás de las leyendas. 

Aunque acabará descubriendo algo importante sobre sí mismo, algo que lleva oculto en su interior y que cambiará su vida. Descubrirá que posee un don, el cual le permite comunicarse con esas criaturas para así comprenderlas, ese momento le cambiará y decidirá convertirse en el caballero protector de los dragones para evitar que tantas historias que provocan miedo a la gente, provoque que esas majestuosas criaturas dejen de existir.

La leyenda de los dragones 1

El joven caballero

Esta historia comienza en un pequeño pueblo medieval rodeado de montañas llenas de vegetación y un gran variedad de animales, allí la gente vivía tranquila y los más jóvenes escuchan de la boca de los más ancianos todo tipo de cuentos y leyendas, sobretodo de criaturas gigantes y aladas, que según algunos aterrorizaban a la gente con sus llamaradas.


En ese lugar vivía un joven cuyo nombre era Jorge, él era de los más curiosos del pueblo, sino el que más, iba todos los días a visitar a los ancianos sobre todo a su abuelo, el hombre más sabio de todo el pueblo, les pedía insistentemente que le contaran todos los cuentos y leyendas que conocieran sobre los dragones. Jorge se sentía fascinado por las descripciones que le daban sobre esas criaturas, deseaba poder algún día encontrarse con una de esas bestias para saber si de verdad eran tan aterradoras como todos decían o solamente eran seres incomprendidos que por su aspecto y tamaño eran temidos por todos.

Un día el muchacho paseaba por los bosques que rodeaban su poblado cuando de pronto encontró algo que parecía una hermosa y redonda piedra de color blanquecina salvo que además en un lado tenía unas manchas de color violeta. A Jorge le pareció extraño así que la cogió con ambas manos, pesaba bastante, de pronto esa extraña roca se movió, Jorge sorprendido la dejó caer, entonces se escuchó un crujido, la roca se agrietó y se seguía moviendo.

De pronto Jorge observó como una criatura verde y alada salir del cascarón, miró a su alrededor hasta que fijó su mirada en el joven, que estaba ahí plantado con cara de sorpresa. El muchacho comprendió enseguida que esa roca en realidad no era otra cosa que un huevo de dragón. Al principio no sabía que podía hacer con esa criatura ya que sabía que la gente del pueblo les temía y seguramente querrían matarlo.




De pronto el joven sintió una sensación como si conectara con esa pequeña criatura, sentía que podía comprender los sentimientos del pequeño dragón, lo notó desorientado no sabía dónde estaba ni qué estaba pasando, era normal acababa de romper el cascarón. Él sintió la necesidad de velar por el pequeño, estaba indefenso, si lo dejaba ahí moriría pero no podía llevarlo a su casa, pero su familia tenía un granero así que lo ocultaría hasta poder llevarlo a algún lugar seguro.

Unos días después cuando Jorge fue a ver cómo estaba su pequeño amigo, entró en el granero, todo estaba en silencio, él solo esperaba que ese pequeño alado no se hubiera escapado y rondara por el pueblo corriendo un gran peligro. Jorge se alarmó, buscó por todas partes hasta que de pronto escucho un voz que le decía:

“Hola amigo, estoy aquí escondido, hace un rato entró un hombre que no eras tú, así que me oculté para que no me viera. Ahora que estamos a solas he de pedirte un favor si es que puedes entenderme.”

El joven miró al pequeño dragón con cara de asombrado, esa pequeña criatura le había hablado o era cosa de su imaginación, Jorge no estaba seguro pero tenía curiosidad por saber cuál sería el favor que su amigo deseaba pedirle así que, él le dijo que podía entenderle y que le explicara qué era lo que podía hacer por él.

“Qué bien me alegro que puedas entenderme, antes no me pude comunicar contigo por que solo era un bebe pero ya puedo hablarte. Verás el favor que quiero pedirte es que me lleves de vuelta a mi hogar, se que este no és, necesito volver con mi familia, se que tengo una esperándome y aunque no se como llegué hasta aquí sé que tú puedes ayudarme a volver al lugar de donde procedo, por favor amigo mío, llévame con los míos.”

Jorge que escuchó atentamente al dragón decidió ir a preguntarle a su abuelo si sabía de donde procedían los dragones. El anciano conociendo la curiosidad de su joven nieto, le comentó que existía una gran isla en el mar del norte, una isla descrita en todas las leyendas como el lugar donde los dragones tienen a sus crías, aunque nadie sabía exactamente dónde se encontraba.

Esas palabras no iban a desalentar al muchacho que confiando en su abuelo le contó lo que había encontrado, que entendía lo que decía la criatura y que sentía que debía ayudarla. Su abuelo le sonrió ampliamente, se sentía orgulloso de su nieto, sabía que estaba destinado a grandes cosas, se acercó a él y le dijo.

“Voy a contarte una leyenda que apenas nadie conoce, se dice que cada cincuenta años nace un joven o una joven con la habilidad de comunicarse y hasta controlar a los dragones, esa persona esta destinada a cuidar y proteger a esas criaturas. Debes encontrar la isla, llevar a ese pequeño con los suyos y quedarte para protegerlos ya que se dice que sus huesos y escamas contienen grandes poderes, debes convertirte en el caballero del dragón.”

En ese momento el joven decidió que emprendería el viaje para intentar encontrar la isla, recogió sus cosas y les dijo a sus padres que se marchaba a seguir su propio camino, que estaría bien pero no sabía si volvería por el pueblo en alguna ocasión. Sus padres apenados aceptaron su marcha, de modo que Jorge fue al granero, puso al pequeño dragón en una saca sus espaldas para que nadie lo viera y emprendió su viaje.

Abandonó su pueblo natal y siguió el camino hacia el norte, pasando por otros pueblos y bosques frondosos, las zonas boscosas lo ayudaban a dejar salir al pequeño dragón para que pudiera practicar su aún torpe vuelo, mientras que se detenía en los pueblos a realizar algún que otro trabajo para ganar unas monedas y así comprar alimentos.

Un día después de una larga caminata llegó a un pueblo para descansar pero desde que llegó no dejó de escuchar de boca de la gente que allí vivía que creían que en una zona pantanosa cercana había una especie de monstruo. Jorge enseguida sintió curiosidad así una vez llenó su alforja de comida se dirigió al pantano.

Continuará...

La leyenda de los dragones 2 (Final)

De camino a la isla 

Una vez que llegó allí todo parecía tranquilo, no veía nada extraño ni fuera de lo normal en un pantano, caminó por el lugar buscando a aquello a lo que temía la gente del poblado cercano. Pasó un rato hasta que el pequeño dragón se dió cuenta que bajo las aguas de aquel lugar había algo que nadaba sin apenas ser visto, una criatura más grande que él del cual solamente se le veía sobre el agua una especie de cresta. Acabó por emerger un joven dragón azul de mayor tamaño que el pequeño que acompañaba a Jorge pero se notaba que también era una cría.

 

Jorge observó al dragón azul que les miraba algo extrañado, nunca había visto a otro dragón en su corta vida y menos acompañando a un humano. El joven sabía que no podía dejar a esa criatura en ese lugar, si la gente del pueblo lo descubria seguramente lo matarían fuese por sus huesos y escamas o simplemente por tenerle miedo. Pero no fue el joven quien le habló al dragón azul, su joven amigo el pequeño dragón le dijo:

“Hola amigo, este no es un buen lugar para ti, deberías venir con nosotros, este chico va a llevarme de vuelta con mi familia a la isla de los dragones. Es peligroso que te quedes aquí la gente del pueblo te acabará viendo y seguramente te den caza, puedes confiar en este chico se llama Jorge y se convertirá en el caballero del dragón.”

El dragón azul les miró algo desconfiado pero pasados unos minutos acabó por comprender que ese pequeño tenía razón había visto de que eran capaces los humanos cuando algo les da miedo y aunque el de momento había tenido suerte era hora de irse de ese lugar y volver con los suyos a la isla, si ese joven humano podía llevarlo le seguiría donde hiciera falta, además puede entenderle. Ahora Jorge pensaba cómo podría viajar con el dragón azul sin que nadie lo viera, así que recaudó unas monedas para comprar un carro con caballo para viajar más rápido y poder llevar a ambos dragones en un lugar seguro.

Llegaron días después a unas colinas, estaban casi desérticas lo que suponía que por fin estaban llegando a la costa, no tardarían en ver a lo lejos el mar del norte. Iban caminando por ese terreno repleto de matorrales cuando de repente el joven detuvo al caballo, el carro se paró, entonces los dos dragones se asomaron para ver qué pasaba, fue entonces cuando se dieron cuenta que en el suelo había varios huevos enormes, a Jorge no le cabía la menor duda que eran huevos de dragón.


Jorge recordó que el día anterior pasaron por un pueblo que tristemente estaba celebrando que habían abatido a un hermoso dragón oscuro con alas rojas, así que inmediatamente pensó que esos huevos podrían ser de ese pobre animal que cayó en manos humanas y desgraciadamente lo pagó con su vida. El joven se dijo a sí mismo que no permitiría que eso volviera a pasar, recogió los huevos para protegerlos i llevarlos junto a él y sus dos amigos dragones a la isla con los suyos. 

El joven y sus amigos escamosos lograron llegar hasta un pueblo de pescadores, se detuvieron alejados para que no descubrieran a los dragones y Jorge se acercó a la gente para saber las leyendas que se contaban por esa zona sobre los dragones. Para su sorpresa esa gente no parecía temerles sino más bien venerarlos, sobretodo a los dragones marinos que atraían hacia sus redes a los peces, eso alegró mucho al joven que se atrevió a preguntarles por la leyenda del caballero, al ver que la conocían preguntó por la isla, un anciano amable le contestó:

“La isla de los dragones está hacia el este desde aquí, aunque nadie se ha atrevido nunca a ir hasta allí y este es el único puerto que hay, nosotros protegemos el puerto de malas personas, aquellas que solamente quieren matar a los dragones por avaricia o creencias absurdas. Esas criaturas nos ayudan mucho a conseguir nuestro sustento, se lo debemos y si tu dices ser el caballero que puede entender y hasta con el tiempo llegar a controlarlos quieres ir para protegerlos y devolver a unos pequeños a su hogar con gusto te daremos un buen barco para que puedas lograrlo.”

Dicho esto el anciano acompañó al joven hasta los barcos y le ofreció el mejor que tenían a cambio Jorge les entregó el caballo y el carro que no iba a necesitar más. Subió a sus amigos a bordo, se despidió de la amable gente del pueblo pesquero y zarparon hacia la isla sin perder más tiempo. En todo ese viaje el joven había estado practicando con la espada, quería ser un caballero diestro para ser capaz de llevar a cabo su misión de proteger a esas criaturas.

Navegaron por las aguas del mar del norte, a medida que se acercaban a la isla notaban más actividad, la isla estaba rodeada por una niebla espesa en el aire y remolinos en el agua, entonces el dragón azul se zambulló al agua para guiar al barco entre los remolinos, mientras el pequeño dragón que en ese tiempo era de mayor tamaño, batía sus alas con fuerza par disipar la niebla.

Finalmente avistaron la isla, enseguida vieron dragones en el aire volando majestuosos, dragones en el mar nadando ágiles y más a lo lejos veían dragones caminando por la isla. Lo habían logrado habían llegado a su destino, ahora el joven sabía lo que debía hacer, al bajar del barco, dejó los huevos, los dragones lo observaban y vieron a los pequeños que lo acompañan. Al darse cuenta de que había llegado el elegido, los dragones le mostraron una casa desde la cual se veía toda la isla, pero no era todo, dentro le esperaba la armadura del caballero que ha tantos antes había pertenecido.

Jorge se la puso sin dudar, vivió en la isla cuidando a los dragones, luchando contra aquellos que querían hacerles daño, llegó a ser el mejor caballero del dragón de todos los tiempos y consiguió controlar a los dragones para guiarlos.


miércoles, 8 de abril de 2020

El mago Odín: resumen




Ésta es la historia de un Mago llamado Odín que vivía en un pueblo Escocés. Él era el único que tenía poderes y no tuvo una buena infancia a causa de ser diferente al resto.

Aún así, siempre ha protegido al pueblo; y quién sabe lo que le deparará en un futuro, no muy lejano.

No, esta no es la historia del Dios Nórdico llamado Odín, el padre de uno de los Dioses más conocido por ser el Dios del Trueno, Thor; si no, que es la historia de un Mago que vivía en un pueblo llamado Soturi, al norte de Escocia.


By: Sara Martos

El mago Odín: 1a Parte

Empezaré por contaros su historia:


Un 24 de Mayo nació un bebé de pelo negro, con ojos plateados. No lloró cuando salió del vientre de su madre pero su corazón latía fuerte. Era muy querido por sus padres y todos los vecinos del pueblo estaban encantados. 

El bebé empezó a crecer y se convirtió en un niño fuerte, listo, hiperactivo y de buen corazón. 

En el pueblo se conocía todo el mundo ya que no era muy grande y los niños aprendían en casa a leer y escribir, entre otras cosas. Odín ayudaba siempre en las tareas del hogar, sobretodo a la hora de cocinar; le encantaba cocinar junto a su madre, especialmente la repostería. Los otros niños del pueblo, cuando se percataron de ello, se burlaban de él, ya que en aquel entonces, la gastronomía era realizada por las mujeres y los hombres trabajaban en el campo. 

Un día, cuando Odín tenía quince años, estaba cogiendo la fruta que su padre le mandó recoger del árbol que tenían en el jardín. Se quedó solo en el campo y él seguía con su trabajo. Aparecieron nubes negras, se avecinaba una tormenta, o eso es lo que él mismo creía. De pronto, una ráfaga de viento lo rodeó, levantándolo del suelo y empezó a girar. De repente, Odín sintió como un rayo lo atravesaba de cabeza a pies. El viento paró, las nubes se dispersaron y Odín cayó de bruces contra el suelo. 

Cuando abrió los ojos, pudo ver un sol brillante y se levantó despacio. Miró sus manos y vio cómo le salían pequeñas chispas de los dedos, no sabía lo que le estaba pasando. Creía que moriría después de que ese rayo lo atravesara pero no, él estaba ahí, de pie, vivo pero con una sensación muy extraña en su cuerpo. 

  •  Eh, chico. - dijo una voz detrás suyo. Odín se giró y la miró.
  • ¿Quién eres tú? Estas no son tus tierras, como te vea padre… - dijo Odín.
  • No te preocupes por eso, no vengo a robaros la cosecha ni a hacerte daño. Necesito que vengas conmigo, te traeré de vuelta si así lo quieres. 
  • No voy a ir con desconocidos a ninguna parte. - Cogió la fruta que tenía en el saco y se dispuso a marcharse.
  • Por favor, Odín. - Cogiendole del brazo. Él la miró.
  • ¿Como sabes mi nombre? No eres del pueblo, nunca te he visto. 
  • Mi nombre es Iris. Lo sé todo sobre ti. Naciste un 24 de mayo, hace 15 años, en este pueblo, Soturi. Tu padre es Owen y se dedica a vender su cosecha en el mercado del pueblo. Tu madre es Jana, una ama de casa. Sé que la raptaron y se la llevaron al Rey Escocés, donde fue violada y maltratada por él y tu padre fue a rescatarla, cuando tú solo tenías dos años. Ven conmigo y te enseñaré cómo sé todo eso. Por favor. - Le tendió la mano.
  • ¿Cómo sé yo que no eres de palacio y vienes a secuestrarme a mi? 
  • Tendrás que confiar en mi. - Le cogió la mano y Odín sintió que tenía que ir con ella. 

Iris se lo llevó a su guarida y él pudo ver que era una casa un tanto extraña. Habían hierbas de todo tipo, una especie de palo largo que tenía una bola con el dibujo de un dragón con ojos plateados y materiales que jamás había visto. Odín no sabía que era todo aquello, si esa mujer era una especie de bruja, aunque él no creía en esas cosas, o simplemente coleccionaba objetos extraños. 

  • ¿Que es todo esto? - dijo Odín mientras la observaba.
  • Pues un poco de hierbas curativas y cosas… - dijo Iris mientras destapaba un pequeño estanque. - Ven Odín. Te dije que te enseñaría cómo sé todo de ti y de tu familia. Asómate y verás. 

Odín se asomó al estanque y de repente se proyectó su casa y todo lo que hacían sus padres en ese mismo instante. 

  • Padre, madre… - Miró a Iris. - ¿Cómo es posible?
  • Tú también puedes hacerlo. Es magia. Todo lo que ves en mi guarida, son objetos mágicos. Soy una maga y me convertí como tú, mediante un rayo. Soy tu maestra. 
  • No, no, no. Esto no está pasando. Quiero volver a mi casa. 
  • Odín, tienes que hacerte a la idea de que ya no eres un ser humano. Desde que naciste, sabía que serías el elegido. - dijo Iris mientras posaba su mano en su hombro. 
  • Nooo! - Salió corriendo, se adentró en el bosque y lo cruzó sin parar hasta llegar a su casa. Entró y se encerró en su cuarto. 

Pasaron dos semanas y Odín intentó olvidar aquel encuentro con aquella mujer, pero no pudo. Seguía encontrándose extraño y no dejaba de darle vueltas al asunto. 

Ese mismo día, salió a pasear por el pueblo y se encontró con los demás chicos de su edad, los que siempre se metían con él. Como era de esperar, se empezaron a burlar de él nuevamente y alguno le tiraba piedras mientras los demás se reían de su gracia. 

Odín, harto de ese bullying, les plantó cara y tal y como lo hacía, se empezó a mover el suelo, las piedras del camino, se empezaron a levantar y los chicos se quedaron sorprendidos al verlas en el aire, no sabían qué era lo que estaba pasando. De repente, de la ira de Odín, las piedras saltaron hacia los chicos y ellos empezaron a correr cuesta arriba por las calles del pueblo. 

Odín se quedó sin palabras mirándose las manos.


 ¿Aquello lo había hecho él solo? ¿Iris tenía razón? ¿Se había convertido en Mago? 


Se hacía tantas preguntas que se fue lejos del pueblo y empezó a intentar sacar aquellos poderes pero como no tenía ni idea, todo lo que hacía le salía mal. 

Siguió intentándolo durante un mes hasta que decidió acudir a Iris. 

  • Me alegra que hayas decidido volver y aprender. No es fácil controlar tu magia cuando no sabes. - dijo Iris.
  • Lo intenté y no, no es fácil controlarla. Me he hecho varios rasguños por no saber. 
  • Es normal pero yo te ayudaré y podrás. Confías en mi? 
  • Si, confío en ti. Siento no haberte hecho caso antes, Iris. 
  • Tranquilo, me lo esperaba. Por el momento, pocas personas saben que los magos existimos. Te protegeré hasta que sepas cómo usar tus poderes. Estas listo? 
  • Si, estoy listo, maestra. 

Odín tardó seis meses para controlar sus poderes. Día tras día iba a la guarida de Iris a aprender y como era tan listo, controló su magia más rápido de lo que haría un chico de quince años. A Iris le sorprendió pero se sintió muy orgullosa de él; su pequeño aprendiz crecía como mago pero también como persona. 

Un día atacaron el pueblo, fueron unos bandidos de la ciudad. Empezaron por quemar el bosque y como se extendía tan rápido, Odín le dijo a Iris que se encargaría él de la situación, y así fue. Se encaminó por el bosque y con sus poderes, empezó a apagar el fuego mediante el agua que sacaba de sus manos. Cuando lo apagó del todo, fue a por esos bandidos y delante del pueblo, los ató a un árbol y dejó que se encargaran de ellos. 

Los vecinos se quedaron sorprendidos al ver que Odín atrapó a los causantes del fuego; y algunos, pudieron ver que él solo apagaba las llamas. 

Iris le advirtió que no se dejase ver por que podría tener problemas si alguien lo viese; pero a él no le importaba, solo le importaba que su pueblo estuviese a salvo y no se quemase ni muriesen personas. 

Desde ese momento, los vecinos lo miraban con curiosidad y respeto, ya que habían rumores de que él era un ser extraño a causa de que le habían visto apagar el fuego con sus propias manos. 

Como era de esperar, en Soturi, no era un pueblo tranquilo, ni libre de guerras ni de personas que robaban por necesidad o simplemente para no ser castigados por alguien superior a ellos, si no que por ahí habían delincuentes, personas que venían de la ciudad a hacerse con el pueblo y guerras como por cualquier otra parte del mundo. Así pues, Odín se encargó desde los quince años, casi dieciséis, a proteger a sus vecinos. 

Un día, se hallaba en el campo ayudando a su familia con la cosecha. 

  • No me gusta que te expongas delante de guerreros de la corte.
  • Madre, lo hago a conciencia. No permitiré que nadie venga aquí a destruir el pueblo. Viven personas buenas que no han hecho nada. Pagan sus impuestos como todo el mundo. - Le dijo Odín. 
  • Pero si vienen aquí será porque alguien no paga o porque algún vecino está en deuda con ellos. Tampoco quiero que te enfrentes a los ladrones, das tu vida por una persona que no es de tu familia. 
  • Madre por favor, sé lo que hago. No me pasará nada. Puedes estar tranquila. 
  • Tu madre se preocupa por ti. - dijo su padre detrás suyo. - Eres nuestro único hijo y es normal que nos preocupemos pero… dime, como conseguiste tener esos poderes? 
  • Ya os lo conté, me alcanzó un rayo y aparecieron. 
  • Para poder controlarlos, alguien debió de ayudarte, no es así? 
  • Eso no te incumbe, padre. - le dijo mientras le miraba serio. 
  • Quiero saber quien te ayudó. Si pudo ayudarte, podrá quitarte el poder. - le dijo su padre mientras le cogía del brazo. 
  • Yo quiero ese poder. Ahora todo el mundo me respeta, incluso esa panda de muchachos que se metían conmigo por ser distinto a ellos. Me gusta ayudar a los que más lo necesitan, así que, soy el mago del pueblo y así será hasta que me muera. - se soltó bruscamente y siguió trabajando en el campo. 

Su padre Owen deseaba que pronto su hijo sentara la cabeza y dejara todo ese tema de la magia, que buscara a una chica para formar una familia y dedicarse a lo que quisiese; médico, profesor, agricultor, lo que fuese con tal de no usar esos poderes y ser un chico normal como los de su edad. 

Pasó el tiempo. Odín ya tenía veintidós años y seguía con su magia. Nunca había dejado de aprender junto a su maestra Iris. Tenía claro lo que quería ser de mayor; profesor de magia. Crearía una escuela, en el pueblo, para todos aquellos chicos quinceañeros que quisieran aprender magia. Sería el único que enseñaría magia sin necesidad de que ningún rayo cayese sobre ellos; usaría otros métodos para que lo lograsen. 


A sus padres no les hizo ninguna gracia que quisiera dedicarse a eso en un futuro no muy lejano. 

Un día, en el que Odín volvía a su casa después de estar toda la mañana en la guarida de Iris aprendiendo nuevos trucos, vio cómo un grupo de personas estaban agrupadas en la puerta de la casa de una de las familias más conocidas y admiradas del pueblo. Odín se acercó para saber qué ocurría. 

  • ¿Qué está pasando?
  • Doña Asun se encontraba mal en el mercado y se vino a descansar pero empeoró, le empezó a subir la temperatura y empezó a sudar. Su marido e hijos también han caído. - le explicó una vecina. 
  • ¿Pero como? Ayer la vi muy sana y con un buen humor. 
  • Es obra del diablo. - dijo otra vecina. 
  • ¿Del diablo? - se quedó pensativo. 

De repente, el doctor del pueblo salió y les explicó que tenían una especie de gripe así que ordenó a todo el mundo que no saliera de su casa hasta que esa familia estuviese sana. 

Los vecinos se fueron a sus casas asustados y sin entender el porqué de la noche a la mañana, esa familia estaba enferma. 

Odín se marchó a su casa. Mientras cenaba, les comentó a sus padres que habían enfermado los Stuart y que tuvieran cuidado. 

  • Y porqué no los curas tú? Esa magia que tienes, seguro que podrás hacer algo. - dijo Owen.
  • Nunca he intentado curar a alguien, padre. No quiero que empeoren por mi culpa si algo sale mal. 
  • Pues díselo a esa persona que te ayuda a aprender. 

Odín se quedó pensativo pero no dijo nada. Acabó de cenar y se encerró en su cuarto. 

Intentó dormir pero no pudo, estaba tan intranquilo que se fue, esa misma noche, a la guarida de Iris. 

  • Por favor, cada vez empeoran. Necesito que me enseñes a curarlos o simplemente curales tú.
  • Y exponerme delante de tus vecinos? ¿Qué se enteren que una maga ha convivido a las afueras del pueblo durante tantos años y que nunca supieron de mi? No puedo hacer eso, Odín. 
  • Pues enseñarme. No quiero que mueran por esa enfermedad. 

Iris se lo pensó toda la noche, mientras Odín se hallaba en su casa inquieto. Por la mañana a penas desayunó. Se dirigió a la casa de los Stuart y les hizo una visita. Desde allí, oyó unos chillidos de dolor, provenían de la casa de al lado. Se acercó a ver lo que ocurría y efectivamente, la enfermedad se estaba expandiendo muy rápidamente por todo el pueblo; por suerte, Odín parecía estar bien. 

  • Iris, puedes oirme? - dijo Odín mentalmente desde la colina del pueblo.
  • Odín, que ocurre? - dijo la voz de Iris en su mente. 
  • Has de venir inmediatamente al pueblo. La enfermedad se está expandiendo. Si no lo paramos a tiempo, todos morirán, incluso mis padres. 

Iris fue a la colina, dónde se encontraba Odín, mediante un portal que ella misma abrió. 

  • Me alegro de que hayas venido al final. Enseñame a curar y te ayudaré.
  • No quería exponerme pero lo haré por ti. No será fácil, Odín, pero vamos a intentarlo. 

Ambos se fueron a la casa de los Stuart, ya que fueron los primeros en caer. 

Iris le iba explicando a Odín como hacerlo. Ella puso sus dos manos en el pecho del hombre, cerró los ojos e invocó su energía para curarlo pero algo falló. De repente Iris fue empujada sobre una fuerza sobrenatural y la empotró contra la pared. 

  • Iris. - fue Odín y la ayudó a levantarse. - Qué ha pasado?
  • Esto lo ha provocado un mago o maga. - lo miró. - hay una fuerza que está por encima de la mía. 
  • ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos deshacernos de esa fuerza y curarlos? 
  • Lo intentaremos los dos a la vez, tal y como te he enseñado y me has visto hacerlo. 
  • De acuerdo, hagamoslo. 

Juntos pusieron las manos sobre el pecho del hombre, cerraron los ojos e invocaron la energía. Aquella fuerza se intentó resistir, tiraba de ellos pero aguantaron, aunque les costó más tiempo de lo que se habían imaginado, consiguieron sacarla del cuerpo del hombre y seguidamente lo curaron. Iris le dio unas hierbas sanadoras y dejó que reposara. 

  • ¿Estas bien?
  • Si, si pero… esto cansa. - dijo Odín.
  • Lo sé, te lo advertí. Esto nos consume la magia y hay que tomarse por lo menos dos horas de descanso para poder continuar.
  • Dos horas? Pero si la enfermedad los consume rápidamente. 
  • Lo sé, pero como volvemos a hacerlo ahora, podemos morir.

Continuará...

El mago Odín: 2a Parte

Así continúa la historia de Odín


Dicho eso, descansaron las dos horas. Después, curaron a doña Asun; volvieron a descansar dos horas y curaron a uno de sus hijos; y así sucesivamente hasta curar a dos familias. 
  • Así no acabaremos nunca. Esto tiene que ser más rápido o morirá gente.
  • Odín, hay que tener paciencia. Esto va como va. No podemos hacer que vaya más rápido. 
  • Maldita sea… y dime, quién ha podido hacer esto sin que nos enteremos?
  • No lo sé. Quizás vive entre vosotros y pasa desapercibido o alguien que vino de fuera y lo involucró para que el pueblo enfermara y hacerse con él. 
  • Hay que encontrar al responsable y acabar con él.
  • Me alegra saber que quieres que tu pueblo esté a salvo y que el responsable pague por ello pero no olvides que hay magos más fuertes que nosotros, podría matarte.
  • Me da igual. Si tengo que morir por salvar a los míos, que así sea.
Esa misma noche no descansó, intentó salvar a todos los enfermos del pueblo pero llegó a un punto en el que no podía ni levantarse él solo. Iris fue a donde se hallaba y lo llevó a su guarida. Lo tumbó en el lecho y lo dejó descansar. Mientras él dormía, Iris le aplicó una crema, hecha con hierbas naturales y un poco de magia, sobre el pecho de Odín; lo que le haría sería aliviar el dolor que sufriera una vez se despertara y que recuperara la mayor parte de su energía. 



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  • Deja de perseguirme!! - Gritó Odín.
  • No vas a librarte de mi tan fácil, Odín. - le dijo un hombre, el cual le perseguía, con una capa y una máscara de color negro, por un bosque, en medio de la oscuridad.
Odín corría hasta que de pronto se chocó contra una gran roca. Cayó de bruces contra el suelo y se percató de que había una espada clavada en la gran roca. Cuando aquel hombre de negro estaba apunto de cogerle, él se levantó, cogió la espada por la empuñadura y tiró con todas sus fuerzas. El hombre misterioso se lo quedó mirando y empezó a reírse.
  • ¿Te crees que vas a poder coger la espada? Eres un necio.
  • Te mataré con ella, eso te lo puedo asegurar. - Tiró y tiró y tiró, hasta que una flecha impactó contra uno de los árboles que Odín tenía en frente y dejó de tirar. Se giró.
  • Alejaos de esa espada, los dos. - dijo una voz de mujer que estaba escondida en unos arbustos para que no la vieran.
  • Yo llegué primero, es para mi. - Tiró bien fuerte y consiguió sacarla. 
Una luz muy poderosa y potente se adueñó de él, mientras alzaba la espada, triunfador.

De repente, la espada, le quemaba las manos y tuvo que soltarla de golpe. El hombre misterioso, agarró la espada y se la clavó a Odín en el abdomen y la chica salió de su escondite e intentó acabar con él mediante la magia. Odín lo vio todo hasta que cerró los ojos.



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Se despertó gritando y agitado. Miró a Iris.

  • Vaya, por fin te despiertas pero me temo que no has dormido bien, no?
  • No… he tenido un sueño. Llevo días que tengo la misma pesadilla y me levanto gritando y sudando…
  • Es normal que a veces un sueño se repita tantas veces. Ve a darte un baño para despejarte, luego desayuna y volveremos al pueblo para curar a más enfermos.
Ese día fue muy productivo para ambos. Curaron a la mayor parte del pueblo, aunque algunos tenían la enfermedad pero muy leve, en unos días estarían sanos de nuevo y no necesitarían ser curados mediante la magia.

Los vecinos les agradecieron todo lo que habían hecho por ellos; incluso le dijeron a Iris que se podía instalar sin problemas en el pueblo pero ella no aceptó, estaba muy bien a las afueras donde nadie la molestaba ni estaba en peligro.

Al día siguiente, Odín emprendió la búsqueda del causante de esa enfermedad. 

Se adentró por el bosque, un bosque lleno de árboles altos, mucha vegetación de todo tipo, hongos venenosos y hongos comestibles, pájaros, seres vivos que habitaban en el bosque. Él nunca se había aventurado hasta lo más profundo del bosque, así pues, sería una gran aventura para él. 

Iris no lo dejó solo, lo siguió sin que él se enterase; no quería que le pasara algo por ser un cabezota y querer ser un héroe, o quizás lo hacía por su família, para que estuviesen a salvo de cualquier ataque y enfermedad. 

Pasaron tres días, el bosque parecía infinito. De repente escuchó unos tiros. Se asomó sigilosamente, hasta donde se oían. Vio a una chica, de pelo largo y pelirrojo, con una capa con capucha de color verde como el musgo. Odín se fijó en lo que llevaba y en lo que hacía, se percató de que estaba practicando tiro con arco. Ella lo sintió detrás suyo y le apuntó con la flecha. 

  • ¿Quién eres tú? Ni un paso o te clavo una flecha en el corazón. - dijo la chica. Odín levantó las manos, dejando en el suelo su bastón de mago, el cual llevaba incorporada una bola lila y en su interior un dragón azul.
  • Señorita, no voy a hacerte daño. Soy Odín, vengo de Soturi.
  • Eres un mago? Lo digo por ese bastón tan… diferente, con esas curvaturas junto a esa bola lila y por tu vestimenta, ah y el sombrero también te delata.. 
  • Así es, soy un mago y no he venido a esconder lo que soy. Y tú quién eres?
  • Soy Emma, arquera, entre otras cosas. Vengo aquí a practicar con el arco. 
  • Bien Emma. Dejaré que sigas con tus cosas. - dijo Odín mientras cogía su bastón y proseguía a marcharse.
  • Espera. - dijo Emma, Odín se paró y la miró. - A dónde vas? Necesitas un acompañante para protegerte?
  • Para protegerme? Soy Mago, no necesito a nadie, gracias. La que igual debería de necesitar protección serás tú. - Siguió caminando.
  • Estas seguro de eso, Odín? Igual te sorprendería de lo que soy capaz de hacer. - Le miró cruzándose de brazos con aire de superioridad. - Él la volvió a mirar.
  • Bien, pues acompañame. 
Se pusieron en marcha los dos por el bosque, hasta que empezaron a caminar por una carretera de tierra. Por allí se encontraron con otros pequeños pueblos, Odín seguia investigando quién podría haber hecho que esa enfermedad cayera en el pueblo.

No les faltaba de comer ni de beber, ya que el mago Odín podía invocar los suministros que necesitaban.

Iris los siguió en todo momento, de cerca pero siempre tomando medidas para que ninguno se enterase. Ella no se fiaba de esa tal Emma.

Odín descubrió que ella venía de la ciudad, que sus padres murieron en una guerra cuando ella tenía solamente cuatro años, eso a Odín le tocó el corazón. También supo que tenía la misma edad que él. 

Le contó cómo aprendió a usar el arco, llevaba desde los cinco años practicando y se lo enseñó su abuelo. Se crió junto a él y aprendió a realizar todas las tareas del hogar y también las tareas de campo, las que hacían los hombres; su abuelo necesitaba que lo ayudase. 

  • Y a quién buscamos? - preguntó de repente Emma.
  • Pues a un mago todopoderoso. Fue el causante de la pandemia. - le contestó mientras caminaban.
  • Todopoderoso? Estás seguro de lo que estás diciendo? 
  • Estoy muy seguro, Emma. Me lo confirmó mi maestra. 
  • Tuviste una maestra? Te enseñó a usar la magia? 
  • Así es. Ella me ayudó a ser lo que soy ahora. Me valgo por mi mismo.
  • Pero a veces necesitas su ayuda, verdad?
  • Pocas veces… - la miró. - Como supiste eso?
  • Lo intuí. No creo que un aprendiz haga las cosas él solo si lleva tan poco tiempo en el mundo de los magos. Así que supongo que te ayudó a curar a todos tus vecinos.
  • Si, lo hizo. - Odín se quedó pensativo.
Salió de su pensamiento en el momento en el que sintió una ráfaga de viento en su rostro y de repente apareció un ser encapuchado, del interior de un portal. Le lanzó un hechizo a Odín y éste intentó que no le hiciera efecto pero era demasiado tarde, se desplomó. 

Emma, junto al encapuchado, se lo llevaron a la cima de una montaña. El encapuchado lo tumbó en una piedra enorme que se encontraba allí y le desabrochó la capa y la camiseta que llevaba Odín. Puso sus manos en su pecho, cerró los ojos y empezó a formular una palabras mágicas para intentar borrarle la memoria y el poder.



Iris subió a esa montaña lo más rápido que pudo y se escondió. Intentó descifrar lo que aquel ser estaba diciendo pero estaba tan lejos que no comprendía nada. 
  • Hay alguien cerca. - dijo Emma.
  • Ve a ver y entrégame a quien haya por ahí. 
Emma fue a investigar si de verdad había alguien por ahí o en realidad había sido el viento. 

Iris la siguió hasta que decidió salir y atacó a Emma por detrás. Ambas empezaron a luchar, tenían la misma fuerza así que se hacían el mismo daño. Mientras tanto, el hombre encapuchado, intentaba hacerse con el poder, no lo consiguió. Hubo un momento que su energía estuvo a punto de acabarse en su totalidad pero paró enseguida. Se fue a buscar a Emma pero no la encontró porque Iris la llevó a un portal y acabaron ambas en el desierto luchando. Así pues, el misterioso encapuchado se fue, dejando a Odín a punto de despertarse. 

Cuando se despertó, encontró a Emma atada y a Iris a su lado esperando a que se despertara. 

  • Porque está atada?
  • No es de fiar, Odín. - dijo Iris. - Aquel hombre… quería tu poder y ella fue quien te llevó hasta él.
  • ¿Qué? Espera, ¿y tú qué haces aquí? Te hallaba en tu guarida. 
  • Pensabas que te iba a dejar solo en esta aventura sin saber que hay por el camino? 
  • Supongo que no. 
  • Creo que has encontrado al culpable de la pandemia. - Odín la miró.
  • Crees que ese encapuchado es el culpable? 
  • Así es. No me cabe la menor duda. Y si no pudo arrebatarte el poder, no podrá contigo si intentas acabar con él.
Siguieron caminando, Emma iba atada sobre un caballo junto a Iris; Odín iba en otro. Unos aldeanos les ofrecieron los caballos.

Una de esas noches, Emma se encontraba junto a Odín mientras Iris dormía, él se encargaría de hacer guardia en el primer turno.

  • Odín, por favor, desatame, te lo suplico. Ya llevo asi siete días y no puedo más.
  • Emma, me engañaste… como piensas que te voy a desatar? 
  • Pero… pero todo lo que te conté de mi, durante esas tres semanas, es cierto. Te lo juro. 
  • No puedo confiar en ti. Tú sabías que ese hombre vendría a por mi para apoderarse de mi poder. Como pudiste? Te di mi confianza, te conté todo de mi vida… pensé que tú y yo...déjalo. Duermete.
  • Pensaste que tú y yo... que? Hablame!! Dímelo. 
  • ¡Basta! - intentó dormirla con su poder pero algo se lo impedía. - Que demonios… 
  • No puedes dormirme, no quiero dormirme. - Emma suspiró. - Siento tanto haberte traicionado. Te juro que a mitad del camino no quería hacerlo porque me empezaste a parecer un hombre muy interesante, cosa que lo eres. Intenté llevarte por otro camino más seguro pero… ya era demasiado tarde. Él apareció y me ordenó que le ayudara.
  • Porque no puedo usar mi magia contra ti?
  • Porque él me prestó una cuarta parte de su poder pero eso no me ayudará a desatarme. Sirve para protegerme de los trucos de otros magos y para curarme. No sirve para nada más.
  • Como es posible?
  • Para ese hombre, todo es posible. Desátame, convence a Iris de que no soy una amenaza. Yo te llevaré hasta él para que lo mates si es lo que quieres. 
Odín la miró y se marchó a hacer su guardia, dejándola al lado de Iris, atada a un árbol. Se sentó en una roca a pensar en todo lo que le había dicho Emma. No sabía si confiar o no en ella. 
Continuaron avanzando, hasta que después de llevar ya diez días, llegaron a una parte del bosque donde se hallaba una espada clavada en una piedra.

<< Como en mi sueño… >>, pensó Odín al verla.

  • La espada… - dijo Iris.
  • Es una espada magica. - Dijo Emma.
  • No la toques Iris. La dejaremos donde está. - dijo Odín.
  • Y si esa espada nos lleva directamente a donde esta ese mago? 
  • No Iris, está maldita.
  • ¿Como lo sabes?
  • Tuve un sueño… en el que encontraba esta espada, mientras me perseguía ese hombre encapuchado y… bueno… al final del sueño, alguien muere.
  • Tú… mueres tú. - dijo Emma con un filo de voz.
  • Porque no me lo contaste? Ahora entiendo cada vez que te levantabas agitado.
  • Porque pensaba que solo era un sueño, nada más. Pero es real…
  • Mejor acampemos más allá… 
Acamparon un poco lejos de esa espada, ya que había anochecido. 

Odín e Iris se quedaron completamente dormidos sin darse cuenta, Emma estaba apunto, ya que habían estado caminando todo el tiempo. 

De repente, Emma sintió como alguien le desataba del árbol y se despertó de repente. 

  • Ssh no hagas ruido, Emma. Ven conmigo. - le dijo en susurros.
Emma le obedeció y fueron ambos donde se encontraba la espada.
  • Sáca la espada, Emma.
  • Pero…
  • Sácala. Prometo que no te pasará nada.
Emma no muy segura, contemplaba la espada y acercaba sus manos a ella, le temblaban. 
  • Venga Emma, hazlo ya!!! - le ordenó.

El mago Odín: 3a Parte

Así hasta el desenlace

Odín se despertó de golpe y buscó a Emma con la mirada. 
  • ¿Dónde está? - dijo agitado.
  • Que ocurre? - dijo Iris abriendo los ojos.
  • Emma, Emma no está. 
  • Esa muchacha… debí matarla en su momento.
  • Hay que encontrarla. Siento… siento que está en peligro.
  • Pues dejala que la mate quien quiera. 
  • No!!! - dijo Odín mientras la miraba serio. No dejaré que la toquen. - Iris lo miró.
  • No me digas que el joven mago Odín está enamorado de esa cría? 
  • No es tan mala como tú te crees. Ella tuvo una infancia muy dura, Se crió sin sus padres, solo con su abuelo. 
  • En serio te crees esas milongas? Te quiso llenar la cabeza de mentiras para que te diera pena y así aceptar su compañía, para entregarte al mago! 
  • No, yo sé que dijo la verdad. Voy a buscarla. - Se levantó e Iris lo paró.
  • No vayas, si quieres continuaremos el viaje juntos y acabaremos con ese encapuchado, vale?
  • He dicho que no!
Emma fue empujada por aquel hombre.
  • Apártate. No tienes ni voluntad para hacerlo.
  • Lo siento…
  • Acabaré con ese muchacho y su magia será mía.
El encapuchado cogió la espada y empezó a tirar y tirar. En ese momento, apareció Odín y los miró a ambos.
  • Aquí estas. Así que quieres adueñarte de mi poder… Bien, saca la espada y mátame con ella.
  • Lo haré y seré el mago más poderoso del mundo.
  • Creo que mejor esperaré sentado.
El hombre misterioso, al no poder coger la espada, obligó a Emma a cogerla junto a él y a estirar los dos.
  • No Emma!! Sueltala!
  • Lo siento Odín… Te amo. - tiró muy fuerte y la sacaron entre los dos. 
La espada empezó a quemarle las manos al misterioso encapuchado y empujó de nuevo a Emma para que la soltara. Se acercó a Odín con ganas de matarlo con esa espada pero de repente, sintió como si alguien le cogiera del brazo y se adueñara del brazo del hombre. 

Odín, con su magia, había parado el ataque mientras que el misterioso intentaba adueñarse de nuevo de su propio brazo. 

Emma fue corriendo a por su arco y flecha y disparó al hombre. Le dio en el dorso pero él sacó energía de su brazo que no estaba inmobil y le lanzó una llama de fuego. 

Emma intentó esquivarlo pero le dio en el costado. Iris fue a socorrerla.

De repente, Odín se levantó y empezó a hacer conjuros para adueñarse del cuerpo del hombre; hasta que el misterioso mago usó todo su poder y puso la espada en el corazón de Odín.
  • Noooooo! Odín!! - dijo Emma mientras se recuperaba.
  • Vamos… hazlo! Clavala!
Se la clavó en el corazón y Odín se desplomó, con los ojos abiertos y mirando al cielo.
  • Nooooooooo! - gritaron a la vez Emma e Iris.
Iris corrió hacia el hombre y empezaron una batalla con magia. Emma fue hasta Odín, lo abrazó y lloró en su pecho, incluso lo besó en los labios. Con su poca magia, puso su mano en el corazón y empezó ha hacer un conjuro para reanimarlo; pero no dio resultado. Odín no se movía, no respiraba. 

La ira se apoderó de ella, vio la espada caída en el suelo y la cogió.

Iris estaba tan agotada que se quedó tendida en el suelo, apunto de morir.

Emma se acercó al hombre misterioso encapuchado. 
  • Dámela Emma. La necesito para quitarle la magia.
  • No, se acabó! Esto se acaba aquí y ahora. 
  • Que estas diciendo? Todo acabará cuando yo tenga esa magia y nos iremos los dos de aquí.
  • No me iré contigo a ningún sitio. Yo amo a Odín y quiero... Venganza!!! - Se abalanzó sobre él con la espada y luchó. 
Intentó clavarle la espada pero como era de imaginar, no lo consiguió. Acabó en el suelo, junto a Odín, con la espada en la mano. Iris intento reanimar a Odín mientras el mago se incorporaba de los ataques.

De repente, uno de los dedos de la mano de Odín, tocó la espada que llevaba Emma y empezó a salir una luz muy brillante de la espada.
  • Que está pasando? - dijo Iris.
  • No lo sé… - contestó Emma.
Enseguida, Odín abrió los ojos, cogió la espada y se levantó de un salto; apuntó al mago.
  • Odín… - dijeron las dos chicas.
  • Bien… ahora me toca a mi. 
Empezó a acercarse al mago y usó todos sus poderes. De la espada salió un gran rayo y le impactó en todo el corazón al mago. Éste cayó desplomado al suelo, sin moverse, sin respirar. Todo había acabado. O eso es lo que habían pensado.

Odín abrazó a las chicas para tranquilizarlas. 
  • Eres dueño de la espada. - dijo una voz detrás de ellos. - Los tres se giraron. Odín e Iris no podían creer lo que estaban viendo.
  • ¿Padre? - dijo Odín. - Pero…
  • Me ganaste, hijo. Me quitaste todo mi poder a causa de esa espada. Te creía un fracasado y que podría ser el mejor del mundo pero.. Me equivoqué.
  • Pero porque me ocultaste que eras el mago misterioso? 
  • Porque no hubieses luchado. Tu misión era buscarme y acabar conmigo pero la mía era matarte y hallarme con todo. 
  • ¿Cómo es posible que mi propio padre quisiera matarme? Es de locos.
  • Algunos, cuando se hacen magos, la magia se apodera de ellos. - le expllcó Iris. 
  • No voy a guardarte rencor, padre. Porque tú me criaste junto a madre. Y te quiero a pesar de todo. Eres mi padre.
  • He sido duro contigo, demasiado. Ni un perdón serviría para curar el daño que te he causado. Ahora que no tengo poderes, podré descansar en paz.
  • Descansar en paz? No estás muerto, padre, estas aquí.
  • No, Odín, es su espiritu. Acabaste con todo lo malo pero te toca a ti cuidar de tu pueblo, de tu país y yo te ayudaré. - dijo Iris.
  • Yo también te ayudaré. - Emma le cogió de la mano fuerte. 
  • Cuídate mucho, hijo. Sé fuerte, valiente y ama a las personas que están a tu alrededor. Yo siempre estaré contigo. Cuida de tu madre. - puso la mano en la espada y desapareció.
  • Nos vamos a casa. - dijo Iris.
Odín miró la espada y la capa con la capucha de su padre tirada en el suelo, la cogió y se la puso; su padre siempre estaría ahí para cuidarlo y aconsejarle, aunque no fuera de forma física.

Los tres se pusieron en marcha hacia Soturi. Hicieron paradas pero esta vez, se quedaron más días en las diferentes aldeas que se encontraban por el camino. Ayudaban a curar a los enfermos y a tareas que a las personas les costaba realizar. Todos los aldeanos se sentían muy agradecidos por lo que ellos hacían. 

Durante todo el trayecto, Odín y Emma iban en el mismo caballo, se tonteaban mutuamente, se decían piropos hasta que una noche, se besaron bajo la luna, una noche que acamparon en el bosque, antes de llegar a Soturi. 
  • Eres tan bella.
  • Y tú tan apuesto. Te queda genial la capa de tu padre. 
  • Gracias. Aún no me puedo creer que todo este tiempo haya sido él el mago misterioso. No me cabe en la cabeza. Es todo tan irreal. 
  • Ha sido el destino. Ese era el suyo y este es el tuyo, por ser siempre tan bueno con todo el mundo, por saber cuidar de todos. 
  • Haré que se sienta orgulloso de mí allá donde esté.
  • Lo estará, estoy segura de que lo estará. - Lo besó. - Gracias por confiar en mi, siento mucho haberte traicionado la primera vez. No tenía ni idea de que era tu padre.
  • Nadie lo sabía, cariño. No te preocupes, vale
Esa noche, a la luz de la luna, engendraron su primer hijo. Habían pasado casi un año juntos, compartiendo tantas cosas, que se enamoraron y se amaron. Sintieron que estarían siempre juntos. 

Iris, por su parte, estaba orgullosa de su aprendiz. Le dejó ser feliz con Emma una vez que llegaron a Soturi, donde Emma se mudó con él y dejó atrás su pasado. Obviamente, Iris le ayudaba si lo necesitaba, aunque Odín se apañaba muy bien él solo junto a su reciente esposa. 

Pasó el tiempo. Emma y Odín eran muy felices con sus dos hijos; un niño de 3 años y una niña recién nacida. 

Odín nunca dejó de ayudar al pueblo, también ayudaba a la gran ciudad, curando a los enfermos con pócimas que él les daba a los sanitarios para que les diera a los enfermos; ayudaba a detener a los delincuentes y maltratadores, donde merecían pagar con un castigo digno. 

Y así, Odín fue uno de los mejores magos de su país.

FIN
By: Sara Martos