Dicho eso, descansaron las dos horas. Después, curaron a doña Asun; volvieron a descansar dos horas y curaron a uno de sus hijos; y así sucesivamente hasta curar a dos familias.
- Así no acabaremos nunca. Esto tiene que ser más rápido o morirá gente.
- Odín, hay que tener paciencia. Esto va como va. No podemos hacer que vaya más rápido.
- Maldita sea… y dime, quién ha podido hacer esto sin que nos enteremos?
- No lo sé. Quizás vive entre vosotros y pasa desapercibido o alguien que vino de fuera y lo involucró para que el pueblo enfermara y hacerse con él.
- Hay que encontrar al responsable y acabar con él.
- Me alegra saber que quieres que tu pueblo esté a salvo y que el responsable pague por ello pero no olvides que hay magos más fuertes que nosotros, podría matarte.
- Me da igual. Si tengo que morir por salvar a los míos, que así sea.
Esa misma noche no descansó, intentó salvar a todos los enfermos del pueblo pero llegó a un punto en el que no podía ni levantarse él solo. Iris fue a donde se hallaba y lo llevó a su guarida. Lo tumbó en el lecho y lo dejó descansar. Mientras él dormía, Iris le aplicó una crema, hecha con hierbas naturales y un poco de magia, sobre el pecho de Odín; lo que le haría sería aliviar el dolor que sufriera una vez se despertara y que recuperara la mayor parte de su energía.
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- Deja de perseguirme!! - Gritó Odín.
- No vas a librarte de mi tan fácil, Odín. - le dijo un hombre, el cual le perseguía, con una capa y una máscara de color negro, por un bosque, en medio de la oscuridad.
Odín corría hasta que de pronto se chocó contra una gran roca. Cayó de bruces contra el suelo y se percató de que había una espada clavada en la gran roca. Cuando aquel hombre de negro estaba apunto de cogerle, él se levantó, cogió la espada por la empuñadura y tiró con todas sus fuerzas. El hombre misterioso se lo quedó mirando y empezó a reírse.
- ¿Te crees que vas a poder coger la espada? Eres un necio.
- Te mataré con ella, eso te lo puedo asegurar. - Tiró y tiró y tiró, hasta que una flecha impactó contra uno de los árboles que Odín tenía en frente y dejó de tirar. Se giró.
- Alejaos de esa espada, los dos. - dijo una voz de mujer que estaba escondida en unos arbustos para que no la vieran.
- Yo llegué primero, es para mi. - Tiró bien fuerte y consiguió sacarla.
Una luz muy poderosa y potente se adueñó de él, mientras alzaba la espada, triunfador.
De repente, la espada, le quemaba las manos y tuvo que soltarla de golpe. El hombre misterioso, agarró la espada y se la clavó a Odín en el abdomen y la chica salió de su escondite e intentó acabar con él mediante la magia. Odín lo vio todo hasta que cerró los ojos.
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Se despertó gritando y agitado. Miró a Iris.
- Vaya, por fin te despiertas pero me temo que no has dormido bien, no?
- No… he tenido un sueño. Llevo días que tengo la misma pesadilla y me levanto gritando y sudando…
- Es normal que a veces un sueño se repita tantas veces. Ve a darte un baño para despejarte, luego desayuna y volveremos al pueblo para curar a más enfermos.
Ese día fue muy productivo para ambos. Curaron a la mayor parte del pueblo, aunque algunos tenían la enfermedad pero muy leve, en unos días estarían sanos de nuevo y no necesitarían ser curados mediante la magia.
Los vecinos les agradecieron todo lo que habían hecho por ellos; incluso le dijeron a Iris que se podía instalar sin problemas en el pueblo pero ella no aceptó, estaba muy bien a las afueras donde nadie la molestaba ni estaba en peligro.
Al día siguiente, Odín emprendió la búsqueda del causante de esa enfermedad.
Se adentró por el bosque, un bosque lleno de árboles altos, mucha vegetación de todo tipo, hongos venenosos y hongos comestibles, pájaros, seres vivos que habitaban en el bosque. Él nunca se había aventurado hasta lo más profundo del bosque, así pues, sería una gran aventura para él.
Iris no lo dejó solo, lo siguió sin que él se enterase; no quería que le pasara algo por ser un cabezota y querer ser un héroe, o quizás lo hacía por su família, para que estuviesen a salvo de cualquier ataque y enfermedad.
Pasaron tres días, el bosque parecía infinito. De repente escuchó unos tiros. Se asomó sigilosamente, hasta donde se oían. Vio a una chica, de pelo largo y pelirrojo, con una capa con capucha de color verde como el musgo. Odín se fijó en lo que llevaba y en lo que hacía, se percató de que estaba practicando tiro con arco. Ella lo sintió detrás suyo y le apuntó con la flecha.
- ¿Quién eres tú? Ni un paso o te clavo una flecha en el corazón. - dijo la chica. Odín levantó las manos, dejando en el suelo su bastón de mago, el cual llevaba incorporada una bola lila y en su interior un dragón azul.
- Señorita, no voy a hacerte daño. Soy Odín, vengo de Soturi.
- Eres un mago? Lo digo por ese bastón tan… diferente, con esas curvaturas junto a esa bola lila y por tu vestimenta, ah y el sombrero también te delata..
- Así es, soy un mago y no he venido a esconder lo que soy. Y tú quién eres?
- Soy Emma, arquera, entre otras cosas. Vengo aquí a practicar con el arco.
- Bien Emma. Dejaré que sigas con tus cosas. - dijo Odín mientras cogía su bastón y proseguía a marcharse.
- Espera. - dijo Emma, Odín se paró y la miró. - A dónde vas? Necesitas un acompañante para protegerte?
- Para protegerme? Soy Mago, no necesito a nadie, gracias. La que igual debería de necesitar protección serás tú. - Siguió caminando.
- Estas seguro de eso, Odín? Igual te sorprendería de lo que soy capaz de hacer. - Le miró cruzándose de brazos con aire de superioridad. - Él la volvió a mirar.
- Bien, pues acompañame.
Se pusieron en marcha los dos por el bosque, hasta que empezaron a caminar por una carretera de tierra. Por allí se encontraron con otros pequeños pueblos, Odín seguia investigando quién podría haber hecho que esa enfermedad cayera en el pueblo.
No les faltaba de comer ni de beber, ya que el mago Odín podía invocar los suministros que necesitaban.
Iris los siguió en todo momento, de cerca pero siempre tomando medidas para que ninguno se enterase. Ella no se fiaba de esa tal Emma.
Odín descubrió que ella venía de la ciudad, que sus padres murieron en una guerra cuando ella tenía solamente cuatro años, eso a Odín le tocó el corazón. También supo que tenía la misma edad que él.
Le contó cómo aprendió a usar el arco, llevaba desde los cinco años practicando y se lo enseñó su abuelo. Se crió junto a él y aprendió a realizar todas las tareas del hogar y también las tareas de campo, las que hacían los hombres; su abuelo necesitaba que lo ayudase.
- Y a quién buscamos? - preguntó de repente Emma.
- Pues a un mago todopoderoso. Fue el causante de la pandemia. - le contestó mientras caminaban.
- Todopoderoso? Estás seguro de lo que estás diciendo?
- Estoy muy seguro, Emma. Me lo confirmó mi maestra.
- Tuviste una maestra? Te enseñó a usar la magia?
- Así es. Ella me ayudó a ser lo que soy ahora. Me valgo por mi mismo.
- Pero a veces necesitas su ayuda, verdad?
- Pocas veces… - la miró. - Como supiste eso?
- Lo intuí. No creo que un aprendiz haga las cosas él solo si lleva tan poco tiempo en el mundo de los magos. Así que supongo que te ayudó a curar a todos tus vecinos.
- Si, lo hizo. - Odín se quedó pensativo.
Salió de su pensamiento en el momento en el que sintió una ráfaga de viento en su rostro y de repente apareció un ser encapuchado, del interior de un portal. Le lanzó un hechizo a Odín y éste intentó que no le hiciera efecto pero era demasiado tarde, se desplomó.
Emma, junto al encapuchado, se lo llevaron a la cima de una montaña. El encapuchado lo tumbó en una piedra enorme que se encontraba allí y le desabrochó la capa y la camiseta que llevaba Odín. Puso sus manos en su pecho, cerró los ojos y empezó a formular una palabras mágicas para intentar borrarle la memoria y el poder.
Iris subió a esa montaña lo más rápido que pudo y se escondió. Intentó descifrar lo que aquel ser estaba diciendo pero estaba tan lejos que no comprendía nada.
- Hay alguien cerca. - dijo Emma.
- Ve a ver y entrégame a quien haya por ahí.
Emma fue a investigar si de verdad había alguien por ahí o en realidad había sido el viento.
Iris la siguió hasta que decidió salir y atacó a Emma por detrás. Ambas empezaron a luchar, tenían la misma fuerza así que se hacían el mismo daño. Mientras tanto, el hombre encapuchado, intentaba hacerse con el poder, no lo consiguió. Hubo un momento que su energía estuvo a punto de acabarse en su totalidad pero paró enseguida. Se fue a buscar a Emma pero no la encontró porque Iris la llevó a un portal y acabaron ambas en el desierto luchando. Así pues, el misterioso encapuchado se fue, dejando a Odín a punto de despertarse.
Cuando se despertó, encontró a Emma atada y a Iris a su lado esperando a que se despertara.
- Porque está atada?
- No es de fiar, Odín. - dijo Iris. - Aquel hombre… quería tu poder y ella fue quien te llevó hasta él.
- ¿Qué? Espera, ¿y tú qué haces aquí? Te hallaba en tu guarida.
- Pensabas que te iba a dejar solo en esta aventura sin saber que hay por el camino?
- Supongo que no.
- Creo que has encontrado al culpable de la pandemia. - Odín la miró.
- Crees que ese encapuchado es el culpable?
- Así es. No me cabe la menor duda. Y si no pudo arrebatarte el poder, no podrá contigo si intentas acabar con él.
Siguieron caminando, Emma iba atada sobre un caballo junto a Iris; Odín iba en otro. Unos aldeanos les ofrecieron los caballos.
Una de esas noches, Emma se encontraba junto a Odín mientras Iris dormía, él se encargaría de hacer guardia en el primer turno.
- Odín, por favor, desatame, te lo suplico. Ya llevo asi siete días y no puedo más.
- Emma, me engañaste… como piensas que te voy a desatar?
- Pero… pero todo lo que te conté de mi, durante esas tres semanas, es cierto. Te lo juro.
- No puedo confiar en ti. Tú sabías que ese hombre vendría a por mi para apoderarse de mi poder. Como pudiste? Te di mi confianza, te conté todo de mi vida… pensé que tú y yo...déjalo. Duermete.
- Pensaste que tú y yo... que? Hablame!! Dímelo.
- ¡Basta! - intentó dormirla con su poder pero algo se lo impedía. - Que demonios…
- No puedes dormirme, no quiero dormirme. - Emma suspiró. - Siento tanto haberte traicionado. Te juro que a mitad del camino no quería hacerlo porque me empezaste a parecer un hombre muy interesante, cosa que lo eres. Intenté llevarte por otro camino más seguro pero… ya era demasiado tarde. Él apareció y me ordenó que le ayudara.
- Porque no puedo usar mi magia contra ti?
- Porque él me prestó una cuarta parte de su poder pero eso no me ayudará a desatarme. Sirve para protegerme de los trucos de otros magos y para curarme. No sirve para nada más.
- Como es posible?
- Para ese hombre, todo es posible. Desátame, convence a Iris de que no soy una amenaza. Yo te llevaré hasta él para que lo mates si es lo que quieres.
Odín la miró y se marchó a hacer su guardia, dejándola al lado de Iris, atada a un árbol. Se sentó en una roca a pensar en todo lo que le había dicho Emma. No sabía si confiar o no en ella.
Continuaron avanzando, hasta que después de llevar ya diez días, llegaron a una parte del bosque donde se hallaba una espada clavada en una piedra.
<< Como en mi sueño… >>, pensó Odín al verla.
- La espada… - dijo Iris.
- Es una espada magica. - Dijo Emma.
- No la toques Iris. La dejaremos donde está. - dijo Odín.
- Y si esa espada nos lleva directamente a donde esta ese mago?
- No Iris, está maldita.
- ¿Como lo sabes?
- Tuve un sueño… en el que encontraba esta espada, mientras me perseguía ese hombre encapuchado y… bueno… al final del sueño, alguien muere.
- Tú… mueres tú. - dijo Emma con un filo de voz.
- Porque no me lo contaste? Ahora entiendo cada vez que te levantabas agitado.
- Porque pensaba que solo era un sueño, nada más. Pero es real…
- Mejor acampemos más allá…
Acamparon un poco lejos de esa espada, ya que había anochecido.
Odín e Iris se quedaron completamente dormidos sin darse cuenta, Emma estaba apunto, ya que habían estado caminando todo el tiempo.
De repente, Emma sintió como alguien le desataba del árbol y se despertó de repente.
- Ssh no hagas ruido, Emma. Ven conmigo. - le dijo en susurros.
Emma le obedeció y fueron ambos donde se encontraba la espada.
- Sáca la espada, Emma.
- Pero…
- Sácala. Prometo que no te pasará nada.
Emma no muy segura, contemplaba la espada y acercaba sus manos a ella, le temblaban.
- Venga Emma, hazlo ya!!! - le ordenó.
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