De pronto frente a ellos se alzaba la imponente montaña nevada, así que los jóvenes empezaron a subir por esas pendientes rocosas, muchas de ellas cubiertas de nieve, por lo que era más peligroso atravesar esa montaña. A medida que cogían altura hacía más frío, más aire y hasta caían copos de nieve constantemente, hasta que de pronto se levantó una fuerte ventisca, buscaron refugio donde pudieron y esperaron a que pasara la tormenta.
Una vez la horrible tormenta pasó, ambos salieron de una pequeña cueva poco profunda donde habían conseguido refugiarse y continuaron su camino por las escarpadas laderas de la montaña. Llevaban un rato caminando cuando de pronto escucharon un horrible sonido, se acercaron y allí estaba, la enorme quimera de las nieves, un ser híbrido de varios animales, en este caso tenía cuerpo y una cabeza de oso polar, alas, cola y cabeza de dragón y una cabeza de morsa.
La criatura era enorme, el joven le pidió a la chica que se escondiera para no salir herida mientras él intentaba acabar con la bestia. Sin perder tiempo y cuando se aseguró que Dawn estaba a salvo, atacó a la quimera con todas sus fuerzas, fue una batalla brutal, después de mucho luchar el joven aunque herido venció a la bestia.
La joven salió de su escondite asustada y a la vez sorprendida por el valor y la fuerza que tenía ese joven. Lo miró con admiración al muchacho, él estaba agotado necesitaba recuperar el aliento por esa feroz batalla. Ella se le acercó y con voz amable y dulce le dijo:
“Jamás había visto a un centauro tan fuerte y valiente, estoy segura que llegarás a ser un gran rey cuando llegues al castillo. Ahora será mejor que descanses y me dejes curarte esas heridas, si nos encontramos más peligros necesitarás todas tus fuerzas.”
Ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa con amabilidad, buscaron un lugar donde pasar la noche e intentaron encender un fuego con algo de madera que habían recogido del bosque de más abajo. Dawn preparó unas hierbas que llevaba y le curó las heridas que la quimera le había provocado a Torden.
De nuevo amanecía, el sol se asomaba detrás de la montaña, ambos se despertaron temprano y siguieron su camino hacia el otro lado de la montaña para descender hacia la siguiente parada en su mapa, el bosque donde un ser debía llevarle hasta la corona de su difunto padre.
Tardaron prácticamente el día entero en atravesar la montaña y bajar la cara contraria por la que habían subido, a lo lejos se veía el bosque, era un bosque frondoso y muy verde, aunque seguramente tardarían un día más en llegar hasta él. No perdieron tiempo, cuanto antes llegaran allí mejor, bajaron con mucho cuidado y caminaron por una tundra fría y casi sin vida y cuando se acercaban al bosque se les hizo de noche, acamparon debajo del primer árbol que encontraron.
Esa noche la joven Dawn tuvo pesadillas y se despertó agitada y asustada, Torden se despertó al oírla, la observó y la abrazó para intentar tranquilizarla. Ella se sentía muy agusto y protegida entre sus brazos, él le preguntó por sus pesadillas y ella le contó:
“Perdon, no queria despertarte, desde que aquel minotauro del que me salvaste atacó mi pueblo y a mi familia, he tenido pesadillas, las últimas noches me he sentido mucho mejor gracias a ti pero no se por que hoy me han vuelto. Supongo que aun no puedo olvidar lo que pasó.”
El joven la miró con ternura y algo de tristeza, ella también lo había pasado muy mal y estaban en la misma situación, sin sus padres biológicos, aunque él tenía la suerte que sus padres adoptivos seguían a su lado pese a la distancia. Sus miradas se cruzaron y él le dijo:
“No tienes que disculparte por nada, lo que te pasó fue horrible, pero quiero que sepas que no estás sola ya no, estoy aquí y no pienso abandonarte, vendrás conmigo al castillo de piedra y allí tendrás una nueva vida a salvo, te lo prometo.”
Ella sonrió ampliamente a ese valiente joven que sin apenas conocerla la salvó, le permitió acompañarle y hasta se hicieron amigos. Aunque ambos empezaban a sentir algo más que amistad, no se atrevían a hablar del tema por ahora no. Buscaban el momento adecuado para ello, igual cuando todo acabe y no deban pelear más puedan sincerarse.
Acabaron de pasar la noche abrazados, Dawn pudo descansar más tranquila gracias a que sentía cerca a Torden. Cuando aún no salía el sol, muy temprano, Torden la despertó para llegar cuanto antes frente al ser llamado Treet el Sátiro al que tenía que acudir. Juntos los dos jóvenes se adentraron en el espeso bosque, podían oír el cantar de las aves, por su lado pasaban revoloteando pequeñas y risueñas hadas, que parecía que querían guiarlos por el bosque.
Decidieron seguir a esas pequeñas criaturas, no sabían si les llevarían donde se encontraba Treet o hacia otro lugar, pero como era la primera vez que pisaban ese bosque, decidieron arriesgarse y seguirlas de todos modos.
Finalmente llegaron hasta un gran árbol, era el mayor y más antiguo del bosque en el que se encontraban, observaron que en su base había una gran abertura, que estaba prácticamente cubierta por enredaderas. Las hadas se adentraron entre ellas, seguidas por los dos jóvenes, vieron un hermoso pasaje lleno de vegetación y casi al final vieron un ser de gran altura, parecía casi pertenecer a la corteza del árbol hasta que se movió y los observó.
La criatura no se movió, tampoco habló, solamente estaba ahí de pié observandolos, las hadas revoloteaban a su alrededor, hasta que ese ser las espantó con la mano, pero nuevamente sin mediar palabra. Los jóvenes no sabían qué debían hacer ahora, jamás en su vidas habían visto un sátiro, no sabían si esa criatura lo era o era una especie de guardián que protegía al sátiro. Estuvieron ahí parados unos minutos hasta que la criatura levantó su mano, les pidió sin palabras que se acercaran a él, así que los jóvenes hicieron lo que les pidió.
De cerca esa criatura parecía más aterradora que de lejos, pero lejos de lo que pensaban los jóvenes a primera vista las cosas eran muy distintas. El joven Torden acabó por preguntarle si él era el sátiro al que debía acudir para obtener la corona de su difunto padre. La criatura lo miró con atención y finalmente dijo:
“Bienvenido Torden, hijo de Sterk, difunto rey del castillo de piedra, te estaba esperando. Soy Treet el sátiro al que estás buscando, yo se donde se encuentra la corona del rey centauro puesto que él mismo me la confió para que los que acabaron con su vida no se hicieran con ella, solamente su heredero podrá portarla y reinar en estas tierras. Actualmente no hay ningún rey en el trono, puesto que sin esta corona no se puede gobernar. Puesto que has conseguido llegar hasta aquí, significa que eres digno de portarla. Acompañame.”
Ambos jóvenes siguieron al sátiro hasta las profundidades del bosque, allí vieron a muchas criaturas mágicas, que según les explicaba Treet, se habían refugiado en el bosque oculto del viejo árbol para protegerse cuando atacaron el reino ya que desde entonces no habían dejado de ver enemigos que buscaban sin descanso la corona, por suerte no podían llegar a ese lugar.
Llegaron a un hermoso lago, había un pequeño puente que llegaba hasta una isla en el centro del lago, se detuvieron mientras el sátiro les miraba de nuevo sin mencionar palabra, hasta que de pronto se decidió a hablar, miró fijamente al joven y le dijo:
“Bien joven príncipe, debes cruzar solo el lago, pero te advierto que allí te espera alguien a quien ya conoces, deberás responder con sinceridad una pregunta, así él sabrá si de verdad eres digno, no debes mostrar avaricia ni ningún deseo oscuro, si lo haces jamás obtendrás la corona. Buena suerte”
Los jóvenes se miraron, Dawn le deseó suerte y él le dijo que no tardaría para que no estuviera sola entre desconocidos, a lo que ella sonrió. Torden comenzó a cruzar el puente con decisión, aunque pensativo sobre quien sería el ser que según el sátiro ya conocía. No tardó mucho en llegar cuando apareció un anciano, era el centauro anciano que había ido a buscarle a su pueblo aquel día, quien le contó de dónde venía y lo mandó a esa aventura.
“Bienvenido Torden, te estaba esperando, en cuanto te dí el mensaje, volví aquí a esperarte, sabía que llegarías y como viejo amigo de tu padre quería ser yo quién si respondes bien a mi pregunta, coronarte como nuestro rey de cual estaré ahí para apoyarte igual que lo hice con tu padre. Puesto que te has criado en un pequeño pueblo quiero saber de qué pasta estás hecho, mi pregunta es. Quieres ser el rey del castillo de piedra, cuidar y proteger a los habitantes de este reino o bien quieres coger la herencia de tu padre y marcharte a vivir una buena vida?”
El joven no podía creer que de verdad le estuviera preguntando algo así, aunque es de entender puesto que él nunca tuvo una vida rica, con mucho dinero y poder, pero tuvo suerte de que sus padres adoptivos lo encontrasen aquella noche y lo criaran y amaran como un hijo. No necesitaba ninguna herencia, así que miró al anciano y le dijo:
“Mis padres me dieron todo lo que un niño pudiera desear, me dieron su amor y me cuidaron sin importarles que no fuera su hijo de sangre, el pueblo me enseñó a ser feliz con poco, no necesito más que devolverles todo aquello que me dieron siendo su rey, quiero proteger a mi gente y evitar que lo que le pasó a mis verdaderos padres vuelva a pasar y deseo que Dawn tenga una nueva vida después de perderlo todo, quiero que esté a mi lado, nada más.”
El anciano lo miró con asombro, no pudo evitar sonreír ya que ese joven le recordaba tanto al difunto rey Sterk, vió en sus ojos la fuerza y el alma de mismo rey, no se lo podía creer pero pese a que el joven no había crecido en un castillo, era noble y tenía madera de rey. El viejo centauro se acercó al joven, posó su mano sobre su hombro y le dijo:
“Sin duda eres hijo suyo, no me cabe ninguna duda de que tu serás un gran rey, tienes todo mi apoyo jovencito, ahora sígueme, es la hora de que se cumpla tu destino, llegó el momento de que tú Torden, hijo de Sterk, te corones como rey del castillo de piedra de los centauros."
Dicho esto ambos se dirigieron al centro de la pequeña isla. Torden no podía acabar de creerse hasta donde le había llevado el destino, hace unos días él era un joven de un pueblo, el hijo de unos centauros campesinos y ahora iba a convertirse en rey. Acabaron llegando a una zona donde justo en el centro había un pequeño altar de piedra, en él descansaba la corona del rey Sterk.
El joven la observó y se quedó sin palabras, había llegado el momento de ocupar el lugar de su difunto padre y proteger a toda la gente que le importaba y que vivía en el reino y necesitaban tener a un buen rey en el trono.
El anciano se acercó al altar y cogió la corona, se giró hacia el joven y con una amplia sonrisa se acercó al Torden y pronunciando el juramento de los centauros, coronó al joven como nuevo rey del castillo de piedra, como rey de los centauros. Ambos salieron juntos de la pequeña isla, cuando atravesaron el puente todas las criaturas observaron al joven rey y se inclinaron como muestra de respeto.
Una vez se cumplió con la coronación, todas las criaturas que allí se escondían dejaron de temer salir del bosque y acompañaron a su nuevo rey al castillo de piedra, los centauros que habían sobrevivido al ataque de hace años lo veían pasar. A su paso todos le mostraban su respeto con reverencias, él los saludaba amablemente hasta llegar al castillo, allí fué donde el anciano a viva voz, anunció a todas las criaturas allí presentes el nombre de Torden, hijo de Sterk, su nuevo rey.
Todo fueron aplausos y vítores hacia el joven, veía a las criaturas no solamente centauros, felices, se abrazaban y sonreían. Torden y Dawn se instalaron en el castillo, ese día se celebró una gran fiesta en honor al nuevo rey mientras más criaturas iban llegando de otros rincones, incluso la familia adoptiva de Torden llegó, él los abrazó feliz, al fin podía cuidar de ellos y protegerlos como ellos hicieron con él.
Poco tiempo después Torden y Dawn se casaron, ella se convirtió en su reina, estaban muy felices, sabían que después de aquella aventura juntos, podrían superar todo aquello que la vida les tuviera preparado. Meses después tuvieron su primer hijo al que llamaron Sterk igual que al difunto rey, padre de Torden. La vida les sonrió con más pequeños y pese a que tuvieron que seguir librando batallas, superaron todas y cada una como reino y como familia.