La historia continua
La mujer lo miró y de repente se hizo un huracán dentro de la pequeña casa y Aaron notó como algo le cogía de las muñecas y de las piernas para retenerlo; al mirar, se percató de que salían ramas de los laterales de la cama y lo ataban. La miró asustado.
- No sois humana. - Le dijo casi gritando. - ¿Que sois? ¿Un monstruo?
- No soy ningún monstruo pero tampoco soy humana. Supongo que os advertieron de que hay muchas criaturas y monstruos por este bosque.
- Sois una bruja, verdad? - Mirándola sin saber como quitarse de encima las ramas.
- Os equivocáis. Soy hechicera. Y de aqui no os movereis hasta que me digais la verdad. El Rey os mandó venir a buscarme para matarme?
- No! Nadie me dijo que existían las brujas, digo, las hechiceras. Por favor, haced que pare y os contaré la verdad.
La hechicera lo miró e hizo que las ramas no apretaran tanto. Aaron se relajó y empezó a contarle que el Rey le tenía prisionero. Que su ciudad se encontraba lejos de allí y no sabía como volver, pero no le contó lo que le ocurrió antes de acabar en aquel lugar.
Ella empezó a entenderle y poco a poco hizo que las ramas se fueran. Le hizo un remedio casero para que se curara lo antes posible.
- Gracias por curarme. Ya me siento mucho mejor.
- No las deis. Como os llamais? - Dijo mientras le preparaba un zurrón dónde le metía fruta, pan y queso.
- Aaron, mi nombre es Aaron. Y vos? - La miró.
- Mary. ahora os tenéis que marchar. Os he preparado un zurrón con comida. Os llegará para una semana. Tenéis vuestro caballo afuera esperandoos.
- Me dejais marchar así? Necesito vuestra ayuda. - Le dijo desesperado.
- No puedo ayudaros más. El Rey Alexander vendrá a por vos. Si os quedáis, me traeréis problemas. Marchaos. - Con un hechizo, hizo que Aaron saliese y se olvidase de ese encuentro con aquella mujer llamada Mary.
Aaron emprendió su camino, sin rumbo, a penas conocía el lugar, solamente los caminos por el bosque que emprendió con el grupo de guerreros y del Rey Alexander.
Se hizo de noche y le tocó acampar en mitad del bosque. Solo tenía el zurrón que le había dado Mary. Cuando lo abrió, se percató de que había una manta para resguardarse del frío, ya que estaba todo nevado y pronto volverían a caer los primeros copos de nuevo. También encontró un cuchillo, o parecía un cuchillo. Se dispuso a abrirlo y cuando lo sacó de su funda, el cuchillo se hizo espada. Se imaginó que era para poder abatir a los monstruos que habitaban y pululaban por el lugar.
No sabía porqué llevaba ese zurrón, ni quién se lo había dado, imaginaba que habría sido algún guerrero real, pero agradeció disponer de esas provisiones. Cenó junto a su caballo, su nuevo amigo al que llamó Alpha.
Esa noche apenas durmió. Escuchó todo tipo de ruidos durante la noche y solo deseaba que nada ni nadie lo asaltara.
De madrugada, después de comer un poco, se puso en marcha de nuevo por el camino, pero no era el mismo por el cual pasó días atrás. Buscaba alguien que lo ayudara, que creyese que él no era de ese mundo.
De repente escuchó unos pasos de caballos y voces de jinetes. Reconoció varias voces y se intentó esconder.
- Hay que atraparlo y llevarlo de nuevo a las mazmorras y que no salga por tiempo!
- Majestad, aquí hay huellas de caballo y no son de los nuestros.
- Seguro que esta cerca.
Aaron intentó que su caballo Alpha no hiciera ruido, ni se moviera. Intentó camuflarse entre unos árboles y matorrales pero el viento sopló y las ramas se movían de un lado para otro. Uno de los guerreros, detectó una cabeza humana y blindó su espada. Avisó al resto y se encaminaron hacia allí.
Aaron cogió las riendas de Alpha y empezó a galopar muy rápido. El grupo le seguía, le gritaba que parase o vería las consecuencias. No hizo caso hasta que uno de los guerreros, sacó su arco y le lanzó una flecha; le impactó en el hombro izquierdo y cayó del caballo.
El Rey Alexander se le acercó.
- Vaya… a quién tenemos aquí? Pudiste escapar y creías que llegarías lejos, verdad? Me sorprende que sigas aún vivo después de llevar un tiempo solo en mitad del bosque. ¿Alguien te ayudó? ¿Alguien de Wonderland?
- Ya os dije que no conozco ese lugar. No soy espía! Solo quiero regresar a mi hogar. - dijo Aaron mientras tenía la mano en el hombro.
- Lo pagaréis. Quitadle la flecha y amarrarlo a su caballo. Volvemos al castillo. - dijo Alexander.
Una vez que le quitaron la flecha, le pusieron un trozo de su camiseta para detener el sangrado, lo montaron sobre Alpha y lo ataron de manos. Seguidamente, emprendieron el camino de vuelta al castillo.
Llegaron a Snowland y amarraron a Aaron en un tronco, en mitad de la plaza principal y lo azotaron veinte veces por haber huido y porque aún no se fiaban de él.
Pasó la mayor parte del tiempo en las mazmorras hasta que un día lo llevaron dónde estaban todos los guerreros cuando entrenaban. Se percató que habían seres extraños que eran golpeados por los guerreros; se hizo a la idea de que los usaban para entrenarse y a si ningún monstruo los sorprendería cada vez que tuviesen que salir de la gran fortaleza para cazar o para cualquier otra cosa.
Le asignaron al guerrero con mejor experiéncia y le enseñó a combatir contra esos seres; ya que si decía la verdad de que no era un espía, podrían reclutarlo y podría ayudarles a defender la ciudad cuando fuese atacada por los monstruos y/o para cuando tuviese que salir a cazar o a combatir contra otros guerreros.
Pasó seis meses en los que Aaron demostró que decía la verdad pero nunca le confesó a nadie de que venía de otro siglo porque sabía que se metería en problemas. El Rey Alexander le ofreció cobijo en el castillo, como un guerrero más. Entrenaba cada día y hacía ya tres meses que salía con sus compañeros a cazar y a enfrentarse a los monstruos. La verdad es que se estaba adaptando a todas las normas con rapidez.
Un día, se percataron de que un Wonderland había entrado en la ciudad sin ser visto y se había camuflado entre una familia humilde hasta que unos guardianes vieron algo fuera de lo común y lo apresaron y lo interrogaron. Confesó que venía de Wonderland para asesinar al Rey y así la ciudad sería del Rey de Wonderland. Como castigo, lo azotaron cien veces delante de todos los ciudadanos. En ese instante, Aaron, que lo estaba viendo en primera línea, observó que entre el público había una mujer con un bonito vestido blanco y el pelo violeta; le sonaba familiar aquella cara pero no podía recordar quién era ni dónde la había conocido, o simplemente se estaba confundiendo y en realidad nunca la había visto.
La mujer se percató y ambos se miraban a los ojos hasta que ella desapareció.
Aaron se quedó pensativo durante toda la tarde en sus aposentos. Algo le decía que tiempo atrás le había visto. Escuchó un ruido que venía de la ventana y miró. De golpe se abrió la ventana y apareció aquella mujer, se adentró y lo miró.
- Aaron, veo que os adaptásteis a esta ciudad y a este castillo. - Miró a su alrededor. - Tenéis unos aposentos muy… bonitos. - le miró.
- ¿Quién sois? ¿Nos conocemos? - Dijo Aaron mientras se levantaba de su lecho y envainaba la espada.
- Pues… un ser mágico. - Dijo ella acercandose.
- No os acerquéis. Si sois un monstruo, os mataré. - Apuntandole con la espada.
- No soy ningún monstruo. Os he dicho que soy un ser mágico. - Levantó el dedo índice, señaló la espada y con su magia se la tiró al suelo. Aaron la miró desconcertado.
- No os haré daño. He cuidado de vos durante estos meses y os he visto crecer como guerrero, pero aún os falta práctica para acabar con todos los monstruos que hay.
- ¿Cómo habéis hecho eso? ¿Yo a vos os conozco, verdad? ¿Sois hechicera?- dijo Aaron.
- Demasiadas preguntas. Soy Mary. Solo quédate con eso. Tenéis que tener cuidado. Vendrán tiempos malos. Habrá muertes, sangre. Si no tomáis precaución, no podréis volver a vuestro mundo.
- ¿A mi mundo? Mi mundo es este. No existe otro más. - Dijo Aaron mientras se sentaba de nuevo en la cama.
- No me engañáis. He investigado sobre vos, sé que venís de otra época, del futuro. Si me prometéis no decirle a nadie que me conoces y que estoy en la ciudad, no le diré a nadie, ni al Rey siquiera, de que estáis loco y que decís que venís del futuro. - Lo miró desafiante.
- ¿Y por qué he de confiar en vos? ¿Como sé que no me engañáis y es una trampa?
- Porque soy vuestra última esperanza. Solo yo podré sacaros de aqui. Pero aún es pronto y es peligroso.
- Por favor, si eso es verdad, sacadme de aqui. Os lo suplico. - Dijo Aaron arrodillándose ante Mary.
- Levantáos. Hacéis el ridículo, guerrero.
- No puedo creeros. - Se levantó. - Necesito que demostréis que lo que decís es cierto.
- Solo podéis confiar en mi. Tomad. - Le puso un collar con un dibujo de un dragón. - Os protegerá siempre.
Dicho eso, le besó en la mejilla y se fue por la ventana. Aaron se tocó el collar y lo miró pensativo. Si aquella mujer había dicho la verdad, igual pronto podría volver a su época.
Pasó un mes, en el que Aaron seguía con su vida allí. De pronto, escuchó gritos desde el castillo; provenían de fuera. Se asomó por una de las ventanas y vio como varios guerreros, vestidos con un uniforme que nunca antes había visto por allí, atacaban a los ciudadanos que se hallaban en el mercado principal. El guerrero más fiel del Rey, entró y avisó a todos los demás. Varios se pusieron en alerta dentro del castillo y alrededores de éste. Aaron se fue con los demás y se adentraron en el mercado. Lucharon codo con codo para que no derramasen más sangre de pobres personas inocentes.
En aquella batalla, perdieron algunos hombres de la guardia real, guerreros que se enfrentaron al enemigo y ciudadanos.
Del lado contrario, perdieron a varios guerreros pero los que pudieron escapar de esos ataques, entraron al castillo por un pequeño túnel que se dirigía a las mazmorras. Una vez allí, subieron sigilosamente en busca del Rey Alexander pero como era de esperar, los esperaban guardianes reales y los atacaron.
Se derramó sangre en el castillo hasta que acabaron con los atacantes.
El Rey convocó una reunión con los que siempre le ayudaban en temas de negocios y de guerras. La mayoría decidió ir hasta Wonderland, la ciudad que había ordenado atacarlos para hacerse con la ciudad de Snowland y ser más poderosa. Pero para ello, tendrían que pasar por aquel bosque lleno de monstruos y seres. Emprenderían el viaje dentro de siete días, en los cuales, se prepararían para la gran batalla.
Continuará...
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