jueves, 26 de marzo de 2020

Mundo mágico: 3a Parte

Mundo mágico: 3a Parte


Antes de que amaneciera los jóvenes estaban más que despiertos, les había costado conciliar el sueño ya que las palabras del trol les daban vueltas por sus cabezas, así que una vez desperezados y alimentados, emprenden de nuevo el vuelo hacia el desierto. Volaban y volaban pero se dieron cuenta que les sería imposible avanzar más rápido, cuando el sol alcanzaba su punto máximo el calor era insoportable, debían parar continuamente para descansar. Sin duda ese sería el peor obstáculo de todo el camino.

Llevaban casi un día entero intentando avanzar lo máximo posible, sus alas no podían soportar ese calor así que se desplazaban a pie, cada paso era como dar cien, era agotador, el sol no les daba tregua, empezaban a pensar que ese sería su final.

De pronto enfrente de ellos apareció un hermoso y esbelto zorro del desierto, pero este era blanco como la nieve, ellos lo observaron algo desconfiados, no sabían cuales eran sus intenciones ya que los zorros son grandes cazadores y sobretodo muy inteligentes.

“Jóvenes hadas os habéis perdido? Creo que necesitáis algo de ayuda, es la primera vez que veo a seres de los vuestros, aunque he oído que siempre sois amables con los demás, voy a ayudaros, os llevaré a un lugar fresquito donde podréis descansar.”

Dicho esto el animal los llevó sobre su lomo a un oasis con muchos árboles, donde vivía el zorro con su familia, los dejó en la sombra para que pudieran reposar. Los jóvenes agradecidos le contaron su historia al animal que los escuchaba con asombro y curiosidad. Conmovido por las palabras de los jóvenes decidió ayudarles, les contó que si encontraban a los perritos del desierto estos podrían ayudarles a cruzarlo por los túneles que ellos excavan en la tierra, así irían más rápido y no pasarían tanto calor.


Esa noche la pasaron en el oasis con el zorro blanco y su familia, estaban agusto y esos animales les hicieron sentirse como en casa, fueron tan amables hasta les ofrecieron comida y agua para que repusieran sus provisiones. Las jóvenes hadas hablaron sobre la siguiente fase de su largo camino, no sabían cuánto tardarían en acabar de cruzar el desierto, no sabían si los túneles de los perritos llegaban cerca de la cala de las sirenas.


De nuevo una mañana más los cuatro se despertaron al alba del día, antes de que el sol se asomara por el horizonte. Prepararon sus víveres y se despidieron de la familia de zorros, agradeciendo una vez más su ayuda.



Dejaron atrás a la familia de zorros blancos y siguieron caminando hasta llegar a una gran pradera desértica, solo crecían pequeños arbustos, se dieron cuenta que alrededor de los arbustos había agujeros allá donde mirasen. No entendían de dónde habían salido hasta que por uno de ellos se asomó un pequeño animal, se preguntaron si eso era un perrito del desierto, el animal que habían mencionado los zorros. Simplemente preguntaron, a lo que este les contestó:

“Así es soy un perrito del desierto, vivo en comunidad en estos túneles, veo que estáis en medio de una importante misión, mi familia y yo estaremos encantados de guiaros por nuestros túneles para atravesar el desierto jóvenes hadas, solamente si nos hacéis un pequeño favor, podría alguna de vosotras hacer crecer nuestras flores favoritas en el lecho del río? Si es así os enseñaremos el camino y enseguida llegaréis al final del desierto y solamente deberéis encontrar el océano y allí la cala que buscáis."

Las hermanas Tulipa y Violeta dijeron que no había problema, que ellas podrían hacer crecer las flores que les pidieran siempre y cuando tuvieran semillas. Feliz el perrito los llevó a la orilla seca del río y les mostró un lugar en concreto debido a que debajo la tierra era húmeda así las plantas podrían crecer. Las hermanas se pusieron manos a la obra y utilizando sus poderes para hacer crecer las semillas que los perritos les dieron. Enseguida brotaron flores por toda la zona, cosa que hizo alegrarse a los perritos.



Una vez todo se llenó de coloridas flores, los animales les condujeron hasta la entrada de uno de los túneles, era el que más se acercaba al océano. Entraron siguiendo al perrito que les iba a acompañar hasta el final ya que es todo un laberinto de pasadizos algunos sin salida que usan de almacén, otros para que las crías estén protegidas y algunos daban a depósitos de agua subterráneos. 

A medida que se acercaban a la salida del túnel, de repente el perrito que los guiaba se detuvo, los jóvenes no entendían porque hasta que se dieron cuenta que el túnel se había llenado de agua. Por suerte en eso el joven Trevor podía ayudar en eso, se puso frente al perrito que los guiaba y usando sus poderes hizo que el agua retrocediera dejando el túnel libre de agua.

Pudieron avanzar hasta el final sin más complicaciones, al fin podían ver la luz del sol en lo más alto del cielo. Una vez salieron del todo de ese túnel el perrito les indicó la dirección de donde se encontraba la cala de las sirenas, los jóvenes agradecieron mucho la ayuda y una vez más siguieron el camino indicado por aquellas amables criaturas. 

Podían oler el agua salada del océano, estaban muy cerca de su tramo final del camino, solo les quedaba la duda de si las sirenas les echarían una mano o no, pero habían llegado demasiado lejos para rendirse. Escucharon las olas del océano chocar contra las rocas de los acantilados que rodeaban la cala, allí observaron a unas sirenas que peinaban sus largas melenas, se acercaron, se presentaron y les contaron su historia. A lo que estas contestaron:

“Así que necesitáis nuestra ayuda para llegar a esa isla, si que sabemos donde está aunque algo alejada de la costa y bueno no tendríamos problema en llevaros siempre y cuando nos hagáis un pequeño favor. Veréis hace unos días con la marea alta unas joyas hermosas se quedaron enterradas en la arena cuando bajó la marea y no hemos vuelto a tener una marea tan alta para llegar donde se quedaron nuestras preciadas joyas, así que si dais con ellas avisaremos a los animales marinos para que os lleven hasta la isla.”

Las sirenas les dieron los detalles de cómo eran esas joyas que las hadas debían encontrar en la arena. Sin perder tiempo los cuatro jóvenes buscaron y buscaron sin descanso por la arena más alejada del agua, hasta que consiguieron encontrar todas las joyas que las sirenas les pidieron, al devolvérselas, las jóvenes sirenas dieron acrobáticos saltos en el agua, estaban tan contentas de haberlas recuperado.

“Gracias, lo prometido es deuda hadas, avisaremos a una ballena muy amable, ella suele viajar hasta la isla de la luna, seguro que estará encantada de llevaros hasta allí y si no tardáis seguro que hasta os trae de vuelta.”

Las sirenas se sumergieron bajo las aguas y con sus agradables cánticos se pusieron en contacto con la líder del grupo de ballenas que nadaban por esas aguas camino a la isla. De pronto un gran chorro de agua salió a la superficie seguido de una gran chepa, a su lado las jóvenes sirenas con las que habían hablado, les hacen señales a las hadas para que vuelen hasta ellas y se suban al lomo de la gran ballena. Las hadas hicieron lo que les dijeron y se pusieron en marcha.

Continuará en la siguiente entrada...

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